Y yo qué se...
Nunca he tenido problemas para titular un post.
Cualquier gilipollez pergeñada por mi cabeza era válida.
Y hete aquí que no se qué título poner hoy.
Cómo resumir en una frase la transformación de un I don't like mondays en un Lunes al Sol...aunque fuera llueva y parezca que mi tejado alzará el vuelo en cualquier momento.
Cómo decir que hace escasamente tres minutos intentaba tocar el techo de mi pasillo a brincos desde mi uno sesenta escaso...(¿Que cuanto de escaso?...ejem...)
Que, joder, hasta los spaguetti pegados que acabo de perpetrar me están sabiendo a gloria bendita.
Ayer una buena amiga me regaló un momento que, desde luego, no olvidaré nunca, cuando decidimos poner fin a tres o cuatro años de dejaciones, más por mi parte que por la suya. La "novedad" que se negó a contarme vía sms, casi la única forma de contactar conmigo, no era ni que se casaba ni que lo había dejado con él.
Cuando me alcanzó unas fotos, con la mano temblando y los ojos llorosos, descubrí el milagro de la vida, el regalo visual más grande: su primer hijo...su príncipe, como lo llama ella. Y me emocioné, pero mucho.
Y me dí cuenta de que todas las mayores , o menores, chorradas que a mí puedan ocurrirme, son males menores en comparación con que ella no pueda estar con su hijo el día de Navidad, ni Año nuevo. Ni tan siquiera en Reyes.Que me dieron ganas de apedrear las lunas del escaparate del lugar donde trabaja, coño.
Que sí, que me tengo que replantear mis relaciones con el teléfono móvil. Que iré a conocer a su príncipe antes de que acabe el año, claro que sí.
Que no está la vida para dejar pasar de largo a la gente que realmente importa, ésa que pasen días , años o lustros siempre están ahí, aunque tú no lo sepas o no lo quieras saber.
A todo esto...¿A que hace un día estupendo?
Cualquier gilipollez pergeñada por mi cabeza era válida.
Y hete aquí que no se qué título poner hoy.
Cómo resumir en una frase la transformación de un I don't like mondays en un Lunes al Sol...aunque fuera llueva y parezca que mi tejado alzará el vuelo en cualquier momento.
Cómo decir que hace escasamente tres minutos intentaba tocar el techo de mi pasillo a brincos desde mi uno sesenta escaso...(¿Que cuanto de escaso?...ejem...)
Que, joder, hasta los spaguetti pegados que acabo de perpetrar me están sabiendo a gloria bendita.
Ayer una buena amiga me regaló un momento que, desde luego, no olvidaré nunca, cuando decidimos poner fin a tres o cuatro años de dejaciones, más por mi parte que por la suya. La "novedad" que se negó a contarme vía sms, casi la única forma de contactar conmigo, no era ni que se casaba ni que lo había dejado con él.
Cuando me alcanzó unas fotos, con la mano temblando y los ojos llorosos, descubrí el milagro de la vida, el regalo visual más grande: su primer hijo...su príncipe, como lo llama ella. Y me emocioné, pero mucho.
Y me dí cuenta de que todas las mayores , o menores, chorradas que a mí puedan ocurrirme, son males menores en comparación con que ella no pueda estar con su hijo el día de Navidad, ni Año nuevo. Ni tan siquiera en Reyes.Que me dieron ganas de apedrear las lunas del escaparate del lugar donde trabaja, coño.
Que sí, que me tengo que replantear mis relaciones con el teléfono móvil. Que iré a conocer a su príncipe antes de que acabe el año, claro que sí.
Que no está la vida para dejar pasar de largo a la gente que realmente importa, ésa que pasen días , años o lustros siempre están ahí, aunque tú no lo sepas o no lo quieras saber.
A todo esto...¿A que hace un día estupendo?